jueves, julio 23

Prefacio, Pasos en la lluvia

Harto del mal tiempo que le cegaba la luna, lluvia que no cesaba de las calles en crepúsculos solitarios con maullidos de gatos.

Como era de costumbre, deambulaba por las calles bajo el manto negro de la noche, sin esperar encontrar nada nuevo.
Las calles estaban deshabitadas, todas las ventanas cerradas ya, pero a él le gustaba aquella sensación... la sensación de no tener que esconderse.
Una brisa le ondulaba la larga capa que llevaba, ahora ya sin la capucha, mostrando aquellos ojos blancos y negros a la vez.
Sus labios se movían, al compás de unos susurros, unos versos que siempre recitaba fruto de su corazón.
Un poeta, le nombran mujeres que caen ante su belleza, poeta de amor, sin tan siquiera saber el porqué.

Dicen que seduce con su sonrisa...
Con las dunas de su oscuro cabello cayendo como la noche, y sus ojos claros como destellos a estrellas semejantes.

A veces le duele aprovecharse de ellas...
Son tan inocentes.

Acuden a él como pez al agua, como si de la salvación se tratara.
Con la sencillez del vestido, algo que cubra lo menos posible, sin pensar en la blasfemia que pueden causar.
Desesperadas llaman a su puerta, en el más oscuro rincón de la ciudad, con una expresión agonizante; entre sollozos y gritos de placer.
No siempre son bienvenidas...
Muchachas apetecibles son las irresistibles, las que tornan sus ojos a un negro carbonizo. Las deja pasar...
Ellas se lanzan desesperadas a sus labios, y tirando de un cordel se encuentran ya desnudas.
Él les da lo que quieren, pidiendo solo una cosa a cambio.
A esas mujeres no se las vuelve a ver en vida, desaparecen de la memoria de la gente, tornándose un espejismo.

No se satisface con un cuerpo desnudo bonito, él anhela lo que corre por dentro de ellas, aquello que da un olor tan apetecible... Él goza de beber su sangre.

Poeta le nombran, como si de sueño inalcanzable se tratara.
Pudor siente por ellas.

Empezaba a chispear, pronto llovería fuerte.
El tiempo era muy predecible esos días en que las nubes y el cielo tenían un fuerte contraste entre si.

Ahora andaba más rápido, aun sin cubrirse.

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